Acá en Santiago
aún hay espacio
para el tordo, para el tordo.
Eso sí no hay lugar
para su desguañango de trino de hilo fino.
Todavía hay en Santiago
los chascones Don Espino.
Hay un pero: sus espinas
ya no brillan cristalinas.
Y hasta viven hoy aquí en Santiago
indiecitos caprichosos.
Se avistan en los estadios
y, de sables artesanos,
abundan en calabozos.
domingo, 21 de septiembre de 2008
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