martes, 12 de mayo de 2009

Canto segundo

Nadie se acuerda ya de los nombres de las cosas:
solo queda la propaganda;
solo se habla de los nombres de los nombres,
y al Cesar lo que es del Cesar

Cada cosa tiene impresa una imagen de sí:
démosle de vuelta los arbustos a los "arbustos",
hagamos un gran arca de Noé llena de cachureos, y cuando digamos un garabato
digámoselo AL garabato
(Con animadversión, no olvidar).

Pero el Santo himeneo de una cosa y su palabra
las viene haciendo besarse hace tanto que
ya no quedan amantes ahí,
y solo distinguimos un meneo,
como un coito de mozuelos bajo sábanas avergonzados:
La erección esta confinada al calzoncillo;
¡Todo está velado!
Salgan de la cama en pelotas los amantes,
tapándose, si quieren, los genitales;
dense un beso frió y mírense coquetamente;
no se echen a morir enclaustrados en el tálamo.
Muéstrense ¡por Dios! cada uno hermoso y solo y vibren juntos.
No importa que el orgasmo no sea simultáneo,
no importa si algunos no quieren entender,
si no es natural admitir
que antes de esta unión
eran solo dos extraños.

Canto primero

No por pura honradez ni falta de estímulo
No por ser más o menos sesudo
No porque sea este un meta-algo
No.

No porque me esté volviendo viejo, por decir lo menos;
porque me esté muriendo cada día y cada día muera con ese poquito mío que muere de viejo a diario.
No en circunstancias adversas
ni en la favorable efervescencia de alguna revolución personal de mis desolados titánicos argumentos solterones.
No por el que dirán, que, digo, no dirán.

Es porque el agua
con su húmeda longitud
no se puede callar a la hora de la voluta
que el remo le sugiere al rajarla lábil.
Es que el cantar conlleva ruido,
y la oreja no es ná sorda,
y los perros echan cola no más para perseguírsela;
y la mujer y el hombre,
y las traslaciones innecesarias de los asteroides,
y los cuentos para niños aun mudos;
y la voz del poeta,
esa voz tan siútica y fingida ¡Oh!
Es por ella ¡Dios!
Es por ella, Señores.