No por pura honradez ni falta de estímulo
No por ser más o menos sesudo
No porque sea este un meta-algo
No.
No porque me esté volviendo viejo, por decir lo menos;
porque me esté muriendo cada día y cada día muera con ese poquito mío que muere de viejo a diario.
No en circunstancias adversas
ni en la favorable efervescencia de alguna revolución personal de mis desolados titánicos argumentos solterones.
No por el que dirán, que, digo, no dirán.
Es porque el agua
con su húmeda longitud
no se puede callar a la hora de la voluta
que el remo le sugiere al rajarla lábil.
Es que el cantar conlleva ruido,
y la oreja no es ná sorda,
y los perros echan cola no más para perseguírsela;
y la mujer y el hombre,
y las traslaciones innecesarias de los asteroides,
y los cuentos para niños aun mudos;
y la voz del poeta,
esa voz tan siútica y fingida ¡Oh!
Es por ella ¡Dios!
Es por ella, Señores.
martes, 12 de mayo de 2009
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